sábado, 27 de junio de 2009

HORROR

El asunto de la violencia en Colombia que no es de ahora sino que simplemente se ha agravado por la confluencia de actores distintos al único anterior a los años setenta, las FARC, y que ha venido engrosándose cada vez mas desde: el frente del narcotráfico, el paramilitarismo recurrente ,la delincuencia cotidiana y los actores estatales; es un asunto del cual uno como Colombiano quisiera olvidar, no hablar de ello ante su magnitud y lo desesperanzado de una posible solución a corto o mediano plazo. Pero puede más nuestro sentir dolido de patria y hay que volver a escribir tratando de encontrar en nuestras mentes una respuesta o salida al problema y que ella sea capaz de convencer a otros de su imperiosa necesidad.

Los últimos debates en el Congreso de la Republica con la mayoría de votos de los Pro-Uribistas han evitado una y sacado adelante otra de dos leyes que antes de favorecer la solución a esa violencia atávica, la refuerzan. Una de ellas, el Proyecto de Ley de Reposición a las Victimas del conflicto, ha sido rechazado por el Congreso aduciendo razones de falta de recursos económicos del estado para resarcir los daños acaecidos a miles de colombianos familiares de asesinados en el transcurso del conflicto, y con tal decisión se desconoce el compensar a esa población que sigue luchando desde diferentes frentes para que primero: dichos crímenes no queden impunes, y segundo: se reconozca que ha habido un daño irreparable que debe ser compensado por el propio Estado a quien la Constitución colombiana le impone la defensa de la vida, honra y bienes de sus ciudadanos. Y si ese estado ha sido incapaz de protegerles, y a veces cómplice, el desconocer ahora ese derecho, por falta de una ley compensadora, simplemente muestra a tal estado como el negador de los derechos constitucionales. Creandose así en miles de colombianos una sensación de impotencia y odio - más odio- ante quien le niega sus posibilidades de resarcir el daño. Los senadores y representantes elegidos por el mismo pueblo violentado no hacen oídos agudos a sus reclamos sino que impunemente niegan cualquier posibilidad a ello.

Otra perla del congreso Colombiano de estos últimos días ha consistido en inventarse y aprobar un tal Principio de Oportunidad que en una u otra forma favorecería o eximiría a los “pequeños” matones de sus asesinatos acontecidas por los gatillos de su actividad paramilitar, ya que la Ley de Justicia y Paz los había dejado sin beneficios y solo ha servido para dar garantías de penas menores a los grandes jefes del Paramilitarismo (Mancuso,Castaño,Don Berna,Don Mario,Jorge 40,Giraldo,etc), responsables de matanzas colectivas y muchos de los cuales a través de dicha ley y de la de la potestad presidencial de la Extradición fueron enviados a la justicia estadounidense a fin que se les procesara por narcotráfico mientras sus asesinatos de corte político en Colombia quedan en el limbo de una larga espera .Es decir asesinos mayores y menores del paramilitarismo escapan al imperio de la justicia o son beneficiarios de penas menores que sin escrúpulos le son aplicadas.

Asi las cosas esas dos ultimas decisiones del congreso poco aportan a la reconciliación del sufrido pueblo Colombiano y evitan la catarsis necesaria que sus mentes están en mora de hacer a fin de conocer, entender, comprender, aceptar, perdonar y posiblemente olvidar como única salida hacia un futuro de paz y desarrollo. Además el horror de tales decisiones consiste en negar el derecho a las victimas del conflicto y eximir o disculpar a los asesinos mayores y menores de este conflicto largo y desgraciado.

Dentro de las actuales circunstancias políticas con un líder intransigente quien ha demostrado ser muy bueno para la guerra pero deficiente para la paz , la esperanza de una solución al conflicto en el mediano plazo parece una imposibilidad ineludible.

Será necesario que el pueblo colombiano y principalmente sus mentes más lucidas empiecen a comprender que la historia de la paz no se construye a través de lideres cegados por el odio y el afán de destrucción o venganza sino a través de cauces de comprensión, verdad, justicia y reconciliación lo que en últimas sería un perdón y olvido y un comenzar de nuevo.

Es hora de deponer los odios.

alfredoivan50@gmail.com

Teruel.España /2009